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La interpretación de los sueños (introducción)
created Feb 22nd 2017, 13:45 by JRVidal
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Sigmund Freud
LA INTERPRETACIÓN DE LOS SUEÑOS
LOS ORÍGENES DEL PSICOANÁLISIS
Una de las más duras acusaciones que ha sido hecha al psicoanálisis desde sus comienzos es la de que no constituye una ciencia, que es un saber despojado de validez científica, todo lo más literatura, cuando no mera charlatanería. Los orígenes del psicoanálisis son también los orígenes de esta acusación, que recayó directamente en la persona de Freud, pues la ciencia del psicoanálisis fue obra sólo suya durante bastantes años.
Y, sin embargo, la genealogía, por decirlo así, del pensamiento freudiano es inseparable de los postulados con que se regían las ciencias naturales en la segunda mitad del siglo XIX. El joven Freud, en una Viena hollada por los prejuicios antisemitas, inició a los veinte años una carrera de investigador en el campo de la biología de la mano de Ernst Brücke (1819-1892) -en su época, uno de los grandes anatomistas del cerebro- e hizo investigaciones relativas a la histología, la clínica y la farmacología -en este último campo descubrió las propiedades analgésicas de la cocaína-. Todavía con posterioridad a su estancia en París, cuando tras estudiar con Jean Martin Charcot (1825-1893) fijó uno de los objetivos de su investigación en la histeria, Freud siguió trabajando en el ámbito de la neuropatología infantil. En fin, en una fecha tan tardía como la de 1897 se registra su colaboración en el tratado de patología especial y terapéutica del neurólogo alemán Hermann Nothnagel (1841-1905); Freud desarrolló en él una sistemática exposición de las parálisis cerebrales infantiles.
Consecuentemente, el punto de partida del fundador del psicoanálisis fue el de una fisiología basamentada en la física, que aspiraba a mensurar todos los procesos -ideal postulado por su maestro Brücke, quien, a su vez, lo había recogido del físico y fisiólogo alemán Hermann Helmholtz (1821-1894). Para Freud, inicialmente, lo psicológico tenía que fundamentarse en lo neurofisiológico, tal y como expuso en 1895 en su Proyecto de una psicología para neurólogos (Entwurf einer Psychologie), que no llegó a publicar en vida. Las causas de su ruptura con Josef Breuer (1842-1925) -médico que aplicaba un tratamiento catártico a sus pacientes histéricos y que colaboró con Freud en los Estudios sobre la histeria (Studien über Histerie, 1895)- están relacionadas con este intento de ligar los fenómenos psicopatológicos a procesos fisiológicos. Para Freud, el terreno ideal para establecer una tal fundamentación era el de la sexualidad, cuyo papel en la etiología de las neurosis era puesto de relieve abrumadoramente por los mismos enfermos histéricos.
La ruptura con Breuer, producida en 1896, aisló del todo a Freud en Viena. Diez años antes, se había enfrentado con Meynert, contrario a las tesis de Charcot entre la histeria que él mantenía, y la consecuencia fue que se le cerraron las puertas de la universidad. Tenía entonces treinta años, aspiraba a dedicar su vida a la investigación científica, pero no contaba con ningún medio de subsistencia, y además era judío, y además quería casarse. La necesidad le abocó a abrir un consultorio privado y a ejercer de médico principiante, obligado a tratar a estos enfermos dejados de la mano de Dios que eran los histéricos de aquella época. A lo largo de varios años, había aplicado la hipnosis en el tratamiento a sus pacientes, hasta que comprendió que era necesario concederle la palabra al enfermo. El método de la asociación libre, progresivamente afinado como técnica esencial del psicoanálisis, le reveló que los síntomas tenían un carácter transaccional, es decir "sobredeterminado", a la vez que defensivo. La resistencia y la transferencia se dibujaban ya como elementos centrales de la cura.
LA NUEVA CIENCIA DEL PSICOANÁLISIS
Los años que transcurren entre 1896 y 1901 fueron trascendentales para la constitución del psicoanálisis como ciencia. Marginado de la comunidad científica vienesa, Freud contó en esta época únicamente con el apoyo de Wilhelm Fliess (1858-1928), médico y biólogo berlinés del que posteriormente se distanció; y así, aislado, comenzó a autoanalizarse en 1897, unos meses después del fallecimiento de su padre.
Mediante el autoanálisis, Freud descubrió la sexualidad infantil en su auténtica dimensión. La primera formulación del complejo de Edipo, que data de octubre de 1897, fue el momento fundacional del psicoanálisis, por cuanto supuso el abandono de la primitiva teoría del trauma (los pacientes habrían sufrido en su infancia una real seducción por parte de un adulto, lo que habría motivado su neurosis posterior). Los traumas sexuales infantiles no eran ciertos, porque las escenas de seducción habían sido fantaseadas. El complejo de Edipo implicaba, en palabras de Freud, el reconocimiento de una "realidad psíquica" situada más allá de una "realidad práctica". En consecuencia, la idea de fundamentar los procesos psíquicos sobre una base fisiológica -que era el punto de partida de las investigaciones de Freud, como también de Fliess- perdió el carácter central y perentorio que hasta entonces había tenido. La autonomía de la vida psíquica exigía la constitución de una nueva ciencia, el psicoanálisis, que superara los estrechos límites de la razón positivista; de una ciencia que, para decirlo en palabras de Jürgen Habermas (1929), tomara como exigencia metódica la autorreflexión.
LA INTERPRETACIÓN DE LOS SUEÑOS
También el autoanálisis le reveló a Freud la cabal importancia de los sueños, aparte, claro está, de la experiencia aportada por los análisis de otros pacientes. La interpretación de los sueños (Die Traumdeutung, 1900) es, pues, una consecuencia del autoanálisis de Freud, así como de la muerte de su padre (en el Prólogo a la segunda edición se lee que "este libro... era una parte de mi propio análisis, que representaba mi reacción frente a la muerte de mi padre, es decir, frente al más significativo suceso, a la más tajante pérdida en la vida de un hombre").
Al mismo tiempo, conviene destacar que Freud emprendió el análisis de sus sueños en 1895 (se trata del sueño de la inyección a Irma, que es el primer ejemplo que figura en La interpretación...), y que este trabajo se intensificó en los años posteriores, justamente cuando estaba descubriendo la sexualidad infantil. En 1898, redactó una primera versión del libro y un año más tarde lo concluyó definitivamente (la fecha de 1900 fue puesta por el editor).
La interpretación de los sueños tuvo una pésima acogida. Pese a su modesta tirada -600 ejemplares- no llegó a agotarse, y las revistas especializadas o bien lo ignoraron, o bien lo trataron con desprecio. A Freud le tocó oír que era un charlatán, y que había sacrificado su talante científico a la fantasía. Los sueños, que no el sueño, no merecían, para la ciencia oficial de la época, convertirse en objeto de investigación científica. Por otro lado, esta ciencia no podía acoger favorablemente un libro cuyo título pregonaba ya la idea de algo oculto que se pretendía descifrar, "interpretar".
Y en cambio el rigor científico de La interpretación de los sueños es intachable, por más que en su tiempo pasara desapercibido. A lo largo de varios capítulos, Freud acumula ejemplos de todo tipo, sienta la tesis de que el sueño es una realización de deseos y describe los mecanismos de la elaboración onírica hasta llegar al importante capítulo VII, titulado "Psicología de los procesos oníricos", en el que teoriza. Teoriza, por primera vez, sobre el aparato psíquico, estableciendo la denominada “primera tópica” que distingue entre inconsciente, preconsciente y consciente (la "segunda tópica", que diferencia las instancias del ello, el yo y el superyó, será elaborada después de 1920), y concluye que los sueños son la mejor vía de acceso al inconsciente. Es más, dice, los sueños son modelo de las formaciones del inconsciente, al igual que los síntomas neuróticos, o los simples y no tan banales actos fallidos.
La equiparación de los sueños con los síntomas que se hace en La interpretación de los sueños tuvo una importante repercusión: el psicoanálisis no era únicamente una técnica terapéutica que se ocupaba de enfermos neuróticos, sino que era, también, una teoría que abarcaba la totalidad de la vida psíquica, en sus manifestaciones patológicas o sanas. La confluencia de estas dos vertientes se afianzó en obras posteriores como Psicopatología de la vida cotidiana (Zur Psychopathologie des alltagsleben, 1901), Análisis fragmentario de una histeria (Bruchstück einer hysterie-analyse, 1905) ["Caso Dora"] y El chiste y su relación con lo inconsciente (Der witz und seine beziehung zum unbewussten, 1905). Pero ya entonces la etapa pionera del psicoanálisis había concluido y Freud, cerrado el período de lo que irónicamente denominó splendid isolation, contaba con sus primeros discípulos.
Con los años, la teoría psicoanalítica experimentaría diversas mutaciones, más las tesis sustentadas en La interpretación de los sueños apenas variaron. Freud había conseguido desvelar de una vez por todas el secreto de los sueños y, como él mismo lo afirmó, "una intuición como ésta el destino puede depararla sólo una vez en la vida de un hombre".
LA INTERPRETACIÓN DE LOS SUEÑOS
LOS ORÍGENES DEL PSICOANÁLISIS
Una de las más duras acusaciones que ha sido hecha al psicoanálisis desde sus comienzos es la de que no constituye una ciencia, que es un saber despojado de validez científica, todo lo más literatura, cuando no mera charlatanería. Los orígenes del psicoanálisis son también los orígenes de esta acusación, que recayó directamente en la persona de Freud, pues la ciencia del psicoanálisis fue obra sólo suya durante bastantes años.
Y, sin embargo, la genealogía, por decirlo así, del pensamiento freudiano es inseparable de los postulados con que se regían las ciencias naturales en la segunda mitad del siglo XIX. El joven Freud, en una Viena hollada por los prejuicios antisemitas, inició a los veinte años una carrera de investigador en el campo de la biología de la mano de Ernst Brücke (1819-1892) -en su época, uno de los grandes anatomistas del cerebro- e hizo investigaciones relativas a la histología, la clínica y la farmacología -en este último campo descubrió las propiedades analgésicas de la cocaína-. Todavía con posterioridad a su estancia en París, cuando tras estudiar con Jean Martin Charcot (1825-1893) fijó uno de los objetivos de su investigación en la histeria, Freud siguió trabajando en el ámbito de la neuropatología infantil. En fin, en una fecha tan tardía como la de 1897 se registra su colaboración en el tratado de patología especial y terapéutica del neurólogo alemán Hermann Nothnagel (1841-1905); Freud desarrolló en él una sistemática exposición de las parálisis cerebrales infantiles.
Consecuentemente, el punto de partida del fundador del psicoanálisis fue el de una fisiología basamentada en la física, que aspiraba a mensurar todos los procesos -ideal postulado por su maestro Brücke, quien, a su vez, lo había recogido del físico y fisiólogo alemán Hermann Helmholtz (1821-1894). Para Freud, inicialmente, lo psicológico tenía que fundamentarse en lo neurofisiológico, tal y como expuso en 1895 en su Proyecto de una psicología para neurólogos (Entwurf einer Psychologie), que no llegó a publicar en vida. Las causas de su ruptura con Josef Breuer (1842-1925) -médico que aplicaba un tratamiento catártico a sus pacientes histéricos y que colaboró con Freud en los Estudios sobre la histeria (Studien über Histerie, 1895)- están relacionadas con este intento de ligar los fenómenos psicopatológicos a procesos fisiológicos. Para Freud, el terreno ideal para establecer una tal fundamentación era el de la sexualidad, cuyo papel en la etiología de las neurosis era puesto de relieve abrumadoramente por los mismos enfermos histéricos.
La ruptura con Breuer, producida en 1896, aisló del todo a Freud en Viena. Diez años antes, se había enfrentado con Meynert, contrario a las tesis de Charcot entre la histeria que él mantenía, y la consecuencia fue que se le cerraron las puertas de la universidad. Tenía entonces treinta años, aspiraba a dedicar su vida a la investigación científica, pero no contaba con ningún medio de subsistencia, y además era judío, y además quería casarse. La necesidad le abocó a abrir un consultorio privado y a ejercer de médico principiante, obligado a tratar a estos enfermos dejados de la mano de Dios que eran los histéricos de aquella época. A lo largo de varios años, había aplicado la hipnosis en el tratamiento a sus pacientes, hasta que comprendió que era necesario concederle la palabra al enfermo. El método de la asociación libre, progresivamente afinado como técnica esencial del psicoanálisis, le reveló que los síntomas tenían un carácter transaccional, es decir "sobredeterminado", a la vez que defensivo. La resistencia y la transferencia se dibujaban ya como elementos centrales de la cura.
LA NUEVA CIENCIA DEL PSICOANÁLISIS
Los años que transcurren entre 1896 y 1901 fueron trascendentales para la constitución del psicoanálisis como ciencia. Marginado de la comunidad científica vienesa, Freud contó en esta época únicamente con el apoyo de Wilhelm Fliess (1858-1928), médico y biólogo berlinés del que posteriormente se distanció; y así, aislado, comenzó a autoanalizarse en 1897, unos meses después del fallecimiento de su padre.
Mediante el autoanálisis, Freud descubrió la sexualidad infantil en su auténtica dimensión. La primera formulación del complejo de Edipo, que data de octubre de 1897, fue el momento fundacional del psicoanálisis, por cuanto supuso el abandono de la primitiva teoría del trauma (los pacientes habrían sufrido en su infancia una real seducción por parte de un adulto, lo que habría motivado su neurosis posterior). Los traumas sexuales infantiles no eran ciertos, porque las escenas de seducción habían sido fantaseadas. El complejo de Edipo implicaba, en palabras de Freud, el reconocimiento de una "realidad psíquica" situada más allá de una "realidad práctica". En consecuencia, la idea de fundamentar los procesos psíquicos sobre una base fisiológica -que era el punto de partida de las investigaciones de Freud, como también de Fliess- perdió el carácter central y perentorio que hasta entonces había tenido. La autonomía de la vida psíquica exigía la constitución de una nueva ciencia, el psicoanálisis, que superara los estrechos límites de la razón positivista; de una ciencia que, para decirlo en palabras de Jürgen Habermas (1929), tomara como exigencia metódica la autorreflexión.
LA INTERPRETACIÓN DE LOS SUEÑOS
También el autoanálisis le reveló a Freud la cabal importancia de los sueños, aparte, claro está, de la experiencia aportada por los análisis de otros pacientes. La interpretación de los sueños (Die Traumdeutung, 1900) es, pues, una consecuencia del autoanálisis de Freud, así como de la muerte de su padre (en el Prólogo a la segunda edición se lee que "este libro... era una parte de mi propio análisis, que representaba mi reacción frente a la muerte de mi padre, es decir, frente al más significativo suceso, a la más tajante pérdida en la vida de un hombre").
Al mismo tiempo, conviene destacar que Freud emprendió el análisis de sus sueños en 1895 (se trata del sueño de la inyección a Irma, que es el primer ejemplo que figura en La interpretación...), y que este trabajo se intensificó en los años posteriores, justamente cuando estaba descubriendo la sexualidad infantil. En 1898, redactó una primera versión del libro y un año más tarde lo concluyó definitivamente (la fecha de 1900 fue puesta por el editor).
La interpretación de los sueños tuvo una pésima acogida. Pese a su modesta tirada -600 ejemplares- no llegó a agotarse, y las revistas especializadas o bien lo ignoraron, o bien lo trataron con desprecio. A Freud le tocó oír que era un charlatán, y que había sacrificado su talante científico a la fantasía. Los sueños, que no el sueño, no merecían, para la ciencia oficial de la época, convertirse en objeto de investigación científica. Por otro lado, esta ciencia no podía acoger favorablemente un libro cuyo título pregonaba ya la idea de algo oculto que se pretendía descifrar, "interpretar".
Y en cambio el rigor científico de La interpretación de los sueños es intachable, por más que en su tiempo pasara desapercibido. A lo largo de varios capítulos, Freud acumula ejemplos de todo tipo, sienta la tesis de que el sueño es una realización de deseos y describe los mecanismos de la elaboración onírica hasta llegar al importante capítulo VII, titulado "Psicología de los procesos oníricos", en el que teoriza. Teoriza, por primera vez, sobre el aparato psíquico, estableciendo la denominada “primera tópica” que distingue entre inconsciente, preconsciente y consciente (la "segunda tópica", que diferencia las instancias del ello, el yo y el superyó, será elaborada después de 1920), y concluye que los sueños son la mejor vía de acceso al inconsciente. Es más, dice, los sueños son modelo de las formaciones del inconsciente, al igual que los síntomas neuróticos, o los simples y no tan banales actos fallidos.
La equiparación de los sueños con los síntomas que se hace en La interpretación de los sueños tuvo una importante repercusión: el psicoanálisis no era únicamente una técnica terapéutica que se ocupaba de enfermos neuróticos, sino que era, también, una teoría que abarcaba la totalidad de la vida psíquica, en sus manifestaciones patológicas o sanas. La confluencia de estas dos vertientes se afianzó en obras posteriores como Psicopatología de la vida cotidiana (Zur Psychopathologie des alltagsleben, 1901), Análisis fragmentario de una histeria (Bruchstück einer hysterie-analyse, 1905) ["Caso Dora"] y El chiste y su relación con lo inconsciente (Der witz und seine beziehung zum unbewussten, 1905). Pero ya entonces la etapa pionera del psicoanálisis había concluido y Freud, cerrado el período de lo que irónicamente denominó splendid isolation, contaba con sus primeros discípulos.
Con los años, la teoría psicoanalítica experimentaría diversas mutaciones, más las tesis sustentadas en La interpretación de los sueños apenas variaron. Freud había conseguido desvelar de una vez por todas el secreto de los sueños y, como él mismo lo afirmó, "una intuición como ésta el destino puede depararla sólo una vez en la vida de un hombre".
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