Hay cosas que se rompen en nuestra vida que, en lugar de arreglarlas bien, solo las parcheamos. Se rompe la cerradura de tu puerta y, en vez de llamar a alguien para que venga a arreglarla, la enganchas con un alambre, la empujas más fuerte o simplemente aprendes a vivir con la incomodidad. Y eso que parece una tontería se vuelve una forma de vida. Vivir en modo parche tiene consecuencias, porque aunque no te des cuenta, todo eso empieza a construir una realidad en donde dejas de pedir más, en donde dejas de esperar lo mejor para ti. Tu mente se adapta a la escasez, a lo roto, a lo incómodo. Y esto que te digo es para recordarte: no te acostumbres a vivir mal, no te acostumbres a lo que pesa, a lo que aprieta, a lo que incomoda, porque sí hay otra forma. Muchas veces, lo que tienes que hacer ni siquiera es un cambio gigantesco; es solo tomar una decisión diferente, hacerte cargo. Llamar al cerrajero es elegirte, es elegir una vida cómoda, rica, en paz, que te expanda, donde no estés aceptando y conformándote. Y hablo desde las cosas pequeñas, como la cerradura de tu puerta, así como de relaciones, personas, trabajos, situaciones que pesan, que aprietan y que incomodan, pero que ya solo estás ahí. Elige diferente.